jueves, 10 de febrero de 2011

Carta #1


Para E. Dickinson
Yo también busco a Taar,
y también, como tú y como Lis, estoy lisiada y me faltan los medios para obtener una silla de ruedas que de verdad funcione.
El oro valenciano que veo entre tus consonantes y vocales me lleva a mi hendidura,
a la punzada constante que me produce el exilio.
Recuerdo, nítido, cómo se sentía.
Ácido y caliente. Picoso, agobiante, veneno enamorado, engaño lúbrico.
La carretera nacional y mi placer se prolongaban hacia Sabinas, Potosí, el Bajío, un Distrito Prometido...
Mi problema, querida, es que emprendí el viaje en el sentido contrario. Monté hacia el norte aún consciente de que mi sangre caliente ha sido siempre de vocación sureña.
Me fui...
y por ello la Otra me dice todos los días que nunca habrá de perdonarme.

1 comentario:

  1. nunca es tarde para ir al sur...el sur siempre espera...siempre llama...el sur también me ama.

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