martes, 24 de mayo de 2011

El Pablote y otros ¿cuatro?

Llegó un comando armado largo
a disparar la ráfaga que exhibió,
como un carnoso prolapse,
la inercia de nuestra generación.

Tierra abrasada en sangre,
Diego de Montemayor.
Entre Padre Mier y Morelos,
este domingo algo se consumió.

Hacías fila para inhalar dolor.
Comías para sudar,
al ritmo del psycho la ausencia de Dios.

Hijos de la Chingada, hermanos de leche, the show must not go on!

miércoles, 18 de mayo de 2011

Yo nunca me enojo

Nada de lo que un ser humano pueda hacer es tan importante como para hacerme enojar.
Eso dice don Juan.
Y yo le digo, con lágrimas en los ojos: me enoja porque me duele, maestro.
Entrega tu sangre, niña. Sólo la ofrenda del dolor físico puede extirpar el miedo al sufrimiento.
Otorga al cosmos el agua divina en honor a aquel hombre que te enseñó y ahora lucha por su vida.
Nada que un ser humano haga es tan importante...
respira.
sacrifica.

miércoles, 11 de mayo de 2011

Enseñanzas coloniales


  • No olvides que hay que sufrir para merecer.
  • Procura que tu círculo de amistades esté formado por gente bonita.
  • No te acabes toda la comida del plato, siempre deja al menos un bocado.
  • La ropa sucia se lava en casa.
  • Nunca vayas a misa en tirantes o chanclas.
  • En la vida, a Dios rogando y con el mazo dando.
  • Siéntate con mesura.
  • Mejora la especie.

lunes, 9 de mayo de 2011

No me he de bañar

Pienso conservarte. Hacer permanecer los rastros de nuestro olor.
Has de quedarte y hacerme flotar en la ejecución de este experimento.
Ya no voy a pensar que tras los ruidos de la noche hay fantasmas.
Ni creeré que el metro ha de colapsarse conmigo dentro.
No lloraré lágrimas dulces ni saladas.
Voy a lanzarme del resbaladero con los ojos abiertos, voy a atreverme a hacerlo porque tú me recibes al final del juego.

miércoles, 4 de mayo de 2011

Into the light, Leland

Algo me tiembla en las vísceras.
Una carnosidad opaca y redonda que vibra al evocar las cuestas de mi antiguo valle.
La náusea de Adán impide la entrada de los alimentos.
Mi papá me enseñó que la sensación de triunfo es la sustancia de mayor peligro para el guerrero. La euforia le hace bajar la guardia, poner a descansar el escudo y esgrimir la lengua.
Soy un sniper; silencioso y solitario, sentado sobre un bulto de cemento, respirando despacio, palpitando...