Ahora es mi turno de servir tu copa, de sostener tu mano cuando la emoción te cubra como una gigantesca ola.
¿Te acuerdas?
Cuando pintaste la pluma de mi destino.
Cuando tu cabello volaba y dejaste de ser niña.
Cuando el ayer me humillaba y tú me dabas alivio.
Cuando lloraba de rabia, contigo.
Cuando encontraste el amor al perder por primera vez el bolso.
Cuando llegó el día en que lo obtuve todo.
Lo veo claro, como el reflejo en el agua... de sol, sed y sangre somos hermanas.
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