Nos detuvimos a contemplar la huerta. Cebollas, lechugas y berzas.
Llegó el viento y murmuró: ¿te doy volantín?
¡Sí!
En la primera vuelta a la esfera vi el difuso arcoiris. Allí, para mí.
Me llamó. Vino de todas partes, de la trémula cerca, del caimán y del junto.
Entender nada e intuirlo todo
En la antigua Burlata, frente al granero vasco, como en las pozas de la Huasteca y en las faldas de la Laguna.
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