Eso dice don Juan.
Y yo le digo, con lágrimas en los ojos: me enoja porque me duele, maestro.
Entrega tu sangre, niña. Sólo la ofrenda del dolor físico puede extirpar el miedo al sufrimiento.
Otorga al cosmos el agua divina en honor a aquel hombre que te enseñó y ahora lucha por su vida.
Nada que un ser humano haga es tan importante...
respira.
sacrifica.
No hay comentarios:
Publicar un comentario